En una entrevista hizo una confesión sincera sobre su experiencia en las escenas de sexo de Pecado original:
Lo comparó con “rodar una caída de caballo”: “Tienes que hacer que parezca real, pero no lo es”. Destacó que Jolie tenía numerosos tatuajes que requerían ser cubiertos con maquillaje, lo que implicaba que “no podía tocarla, porque tenía tatuajes por todo el cuerpo y se los cubrían con maquillaje, así que tenía que intentar no quitárselo”
Subrayó la falta de intimidad en el set: “Había unas 150 personas alrededor, y cada 20 segundos gritaban: ‘¡Corten!’ Venía alguien a tocarte el pelo, a colocarte los brazos… No tiene nada de sexy”.
Confirmó que la escena se filmó muy rápidamente, en pocas tomas y en un par de horas, sin la pasión que se ve en pantalla. Este testimonio desmiente la idea romántica de las escenas eróticas en el cine: detrás del resultado final que vemos, hay maquillaje delicado, interferencias técnicas constantes y decenas de profesionales alrededor, lo que torna la experiencia tan rutinaria y mecánica como una coreografía bien ensayada.
Este comentario refleja cómo, incluso en proyectos donde se busca transmitir sensualidad, la realidad del rodaje puede ser totalmente opuesta: un proceso técnico, incómodo y poco glamuroso.